martes, 12 de octubre de 2010

Continuación...

- ¿Mati? ¿todo está bien? – preguntaba Alicia mientras se encaminaba hacia las escaleras.
- Sí, está todo bien – respondió Matías mientras se acercaba a su madre - ¿Por qué? ¿pasó algo?
- No… parece que no… uf… solo fue mi imaginación – se arregló el cabello y vio la hora en el reloj de su muñeca - ¡oh! ¡es súper tarde! ¡apúrate Matías, anda a vestirte inmediatamente! – subió las escaleras - ¡David, tu también te tienes que apurar!


Mientras recorría el pasillo del segundo piso fue recogiendo la ropa que estaba tirada por el suelo y ordenando las alfombras del piso. Cuando estaba a medio camino para llegar a la habitación de David, se dio cuenta que la puerta del baño estaba abierta y la ducha, aún estaba funcionando. Al ver esto se indigno. En su cabeza solo se preguntaba como su hijo mayor, David, podía ser tan desconsiderado. “¿es que acaso no se ha dado cuenta de la hora que es?, ¡uy! Estoy niñitos lo único que van a conseguir va ser que me salgan canas antes de tiempo”. Llena de enojo, entro en el baño y dijo:

- ¿Qué se supone que estás haciendo? – siguió avanzando hacia la ducha que aún funcionaba - ¡estamos atrasados, apúrate!


Diciendo esto último corrió la cortina de la ducha con fuerza, para descubrir que su hijo no estaba bañándose como ella pensaba. Alicia encontró a David en el fondo de la tina, estaba totalmente sumergido en un agua rojiza. En ese instante, por la casa, se sintió un grito tan desesperado y espeluznante, que no hubo una sola pared que no se estremeciera.
El resto de los habitantes de la casa corrieron presurosos a la pieza de la cual provenía tal espanto. Al llegar al umbral quedaron petrificados al ver a una mujer de rodillas en el suelo que abrazaba con desesperación a su hijo.

- ¡Mi hijo, mi hijo! - gritaba entre sollozos - ¿qué le han hecho?
- Mamá... ¿qué pasó? ¿qué le pasó a David?
- No lo sé. Pero no te preocupes todo va a salir bien.
- ¡Pero señora! ¿qué ha pasado? ¿qué le pasó al niño?
- No lo sé, Maura. Pero apurate y llama al 911, dilesque el niño se estaba ahogando en la ducha.
- Si, señora - Maura salió corriendo del baño.
- Mamá... el David va estar bien, ¿verdad?
- Claro que sí, mi amor - le respondió mientras se secaba las lagrimas y envolvía a su hijo en una toalla - todo va a estar bien, ya verás. Pero ahora necesito pedirte un favor, ¿podrías traerme mi celular?, lo dejé en la pieza encima del velador.
- Sí, mamá, altiro te lo traigo - salio disparado en busca del celular.
- ¿Por qué te tuvo que pasar esto? ¿Por qué tiene que repetirse? - balbuceaba Alicia, mientras sus lagrimas mojaban las mejillas de su hijo
- Es así como tiene que ser, mamá.
- ¿Qui... quién dijo eso? - preguntó asustada en medio de un cuarto de baño aparentemente vació, donde pareció que su voz se perdió en el silencio.
- ¿No te acuerdas de mí, mamá? - preguntó una suave voz detrás de ella. Sin pensarlo dos veces, Alicia, se dio vuelta rápidamente, pero no pudo ver nada.
- Marianita, ¿eres tú? - preguntó, nuevamente al vació, pero esta vez recorriendo con la vista toda la habitación.
- Pues a quien mas esperabas, mamá - le respondió, mientras se sentaba a su lado.

Alicia no lo podía creer. Su hija Mariana, de 5 años, que había muerto hace 12 años, ahora estaba sentada a su lado acariciándole el cabello a su hermano menor.

- No... no... no puede ser... tu... tu estas muerta.
- No lo sé - agregó con una sonrisa - pero quizás él sí

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